Algunos se preguntan si la actual crisis del COVID-19 ha sido el resultado de un arma biológica salida de un oscuro laboratorio militar. La respuesta es sencilla: no. Como bien afirma la comunidad científica, la naturaleza se basta y se sobra para generar nuevos virus como este. Y así nos lo ha estado recordando en numerosos casos relativamente recientes. En el pasado siglo, la gripe española, el zika, el VIH, el ébola, la gripe A… Y en este mismo siglo el SARS-CoV y el MERS-CoV. El progreso científico y económico no siempre ayuda a minimizar el riesgo de estas pandemias. Es un hecho que el gran volumen de vuelos internacionales de hoy en día supone un formidable factor en contra. Las autoridades sanitarias vienen avisando desde hace años de esta situación añadida que podría favorecer la aparición de pandemias. Sin embargo, tenemos que ser optimistas respecto a los progresos científicos y tecnológicos. Los enormes avances en biotecnología y otras ciencias afines nos deben dotar de armas cada vez mejores para combatir estas pandemias. ¿Y qué hay de los avances en tecnologías de la información y comunicaciones? ¿Pueden ayudarnos en esta batalla? Sin duda, un rotundo sí.
El papel de las tecnologías de la información y la comunicación en la lucha contra las pandemias
Los ordenadores nos han permitido secuenciar el genoma del nuevo virus en un tiempo récord. Hoy, como nunca antes, Internet ha permitido compartir a las comunidades científicas los avances en la investigación del nuevo virus prácticamente en tiempo real. Pero no todo es potencia de cálculo o comunicaciones entre el colectivo científico. En las fechas en las que este blog post fue redactado, casi la mitad de la población mundial está sujeta a confinamiento. Esta medida es imprescindible para parar la cadena de contagios y ganar tiempo para que los sistemas sanitarios puedan recuperarse, rearmarse y reorganizarse. Pero este tipo de medidas no pueden prolongarse demasiado para no sumir la economía mundial en una crisis de proporciones desconocidas. Por tanto, ¿cuál es el plan?, ¿qué harán los gobiernos cuando tengan que relajar las medidas de confinamiento? Los científicos nos avisan de que una posible vacuna o un tratamiento específico tardará en llegar. En el fondo, ni siquiera hay garantía de encontrarlo. Casos como el ébola o el dengue son un ejemplo de ello. Luego, si no podemos plantearnos disponer de un tratamiento específico para poder relajar las medidas de confinamiento, en principio nos enfrentamos a la posibilidad de afrontar una fase de contagio de nuevo exponencial en cuanto dichas medidas de confinamiento se relajen. Sin duda, se podrán tomar medidas parciales, evitar actos masivos, cambios en las costumbres de la población, etc. Pero, sin la debida vigilancia, volveríamos de nuevo a una situación descontrolada. Precisamente en ese punto, el de la vigilancia de la propagación de la enfermedad, es donde las tecnologías de la información van seguro a jugar un papel fundamental. No en vano, una gran cantidad de personas lleva siempre encima un ordenador potente, conectado, con capacidad de registrar todos nuestros movimientos. Sí, el teléfono móvil muy probablemente acabe jugando un papel fundamental en esta crisis. Y no solo con aplicaciones que permiten acceder a los servicios de urgencia o realizar un auto diagnóstico. En el fondo, de lo que se trata es de bajar la tasa de trasmisión, la conocida R, por debajo de 1. Es decir que, de media, una persona afectada sea capaz de contagiar a menos de una persona. Y esto hay que conseguirlo durante un periodo suficiente de tiempo. ¿Y cómo se puede mantener la R por debajo de 1 una vez se eliminen las medidas de confinamiento masivo? Pues siendo muy eficaces en la detección de personas infectadas e identificando de manera inmediata a todas las personas que hayan podido ser contagiadas. Y aquí es donde las apps para móviles pueden jugar un papel fundamental. Esto no es solo teoría, ya se está aplicando con éxito en muchos de los países asiáticos que de manera más eficaz están consiguiendo frenar la plaga. Por ejemplo, en Corea, además de una estrategia muy efectiva de diagnóstico y aislamiento han desplegado una app llamada Corona 100 m. Con más de un millón de descargas en los primeros días, entre otras utilidades, usa datos del gobierno para avisar de que el usuario está entrando en una zona visitada por una persona infectada utilizando técnicas de geofencing. Más interesante resulta una app desarrollada y desplegada en Singapur: TraceTogether La aplicación es de uso voluntario. Utiliza la interfaz de bluetooth para averiguar si estás cerca de otro usuario de TraceTogether. Este dato de proximidad se almacena encriptado en el teléfono. Cuando una persona da positivo, ofrece los datos al ministerio de sanidad que, de esa manera, puede enviar la información a todos los usuarios de la aplicación. Si un usuario ha estado cerca de una persona infectada, la aplicación le avisa y le ofrece voluntariamente la posibilidad de compartir con el ministerio de sanidad dicha situación. De esa manera, evitan medidas mucho más duras como paralizar el país entero. En la descripción de Google Play se advierte de que la aplicación será cerrada cuando pase la epidemia. Una idea similar a la aplicación TraceTogether, pero basada en tecnología P2P ha sido propuesta en el siguiente post que el autor ruega distribuir lo más posible: China se puede permitir medidas mucho más directas. Existe una app obligatoria para moverse por determinadas ciudades que otorga uno de tres colores al usuario: verde, amarillo y rojo. Este último significa que tienes que guardar cuarentena obligatoria. El cambio de un nivel a otro puede deberse a que la persona, sin saberlo, puede haberse cruzado con una persona infectada. En este caso, el origen de la información y los algoritmos, no quedan descritos. En España, a fecha de la redacción de este blog post, ya se han producido las primeras iniciativas. La app CoronaMadrid, ayuda a realizar un autodiagnóstico. El usuario debe introducir sus datos identificativos y, en caso grave, permite a las autoridades sanitarias ponerse en contacto con él. Asimismo, el gobierno central acaba de permitir la vigilancia de los movimientos de los ciudadanos en base a los datos registrados por las operadoras sobre la localización de los teléfonos móviles.
Tecnologías contra el coronavirus y Ley Orgánica de Protección de Datos
Todas estas posibles iniciativas, sin duda impulsarán el debate sobre el respeto a la privacidad de los ciudadanos. Los países de la Unión Europea son de los más garantistas con la protección de la privacidad. Sin embargo, en la sede electrónica de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) podemos consultar una de las excepciones previstas en el Reglamento General de Protección de datos: “…Como motivos de interés público amparado en habilitaciones legales que exceptúan la prohibición, el propio RGPD recoge expresamente los siguientes supuestos:… …el tratamiento es necesario por razones de interés público en el ámbito de la salud pública, como la protección frente a amenazas transfronterizas graves para la salud…” En definitiva, las decenas de miles de bajas que esta crisis va a producir en nuestras sociedades occidentales deberían hacernos reaccionar con toda la capacidad que las nuevas tecnologías nos ofrecen. En la opinión muy particular de quien firma este blog post, nuestras sociedades democráticas occidentales deberían establecer una prioridad clara para hacer compatible el respeto a la privacidad con el objetivo de salvar el mayor número de vidas. Yo tengo claro qué me parece más prioritario. Sin duda, es un magnífico tema de debate que se va a producir muy pronto.